miércoles, 6 de agosto de 2014

CARRETÓN DE LA BASURA, CABEZA DURA...

    Me fascinaba estar en la cocina de Mamá o de la tía María. Era un mundo de aprendizaje, "si tocas, te quemas", donde había maravillas como la olla de cuatro o cinco litros de leche que no se derramaba, porque Macrina la cuidaba hasta que hervía y al rato, uno podía comerse un bolillo con natas; la olla de los frijoles negros que, más al ratito, se convertían en frijolitos refritos en manteca de cerdo con cebollita picada, ¡que colesterol ni que narices!, el comal en que se cocían, tres veces al día, las tortillas hechas a mano que hoy cuestan una millonada, en caso de que las encuentre...
   Me fascinaba todo aquello que estaba más arriba de mi línea de flotación, porque tendría yo seis o siete años y me trepaba en una silla. Pero, abajo de mi línea de flotación, había dos cubetas, dos, con tapaderas hechizas. En una, debían tirarse las basuritas de papel, las servilletas, los envoltorios de los panes de lujo, los sobrecitos de las burbujitas que se bebían los hermanos después de una noche de farra y otras cosas que no supe nunca. En la otra, se vertían las sobras de los platos de comida y, aunque al principio no entendía por qué, entendí más tarde que era parte del alimento destinado a la granja de los cerdos, unos animalotes gigantes "oinc, oinc, oinc", que estaban en el recontratraspatio y que iban derechito a la olla de los jamones, las carnitas y otras cosas que hoy se compran etiquetadas en plástico, con fecha de caducidad y, a veces, traídas de Extranjia.
   No pasaba un camión, sino un carretón de la basura, ("cabeza dura, cabeza dura, carretón de la basura", decíamos los niños a los otros niños, que no sabíamos que era bullyng, pero lo practicábamos con la violencia de la ignorancia, cuando deseábamos decirles tonto, torpe, bobo y otras cuestiones)...
   Todavía no se inventaban lo de "orgánica" e "inorgánica", pero las viejas generaciones sin tanto bombo y platillo, lo practicaban con la responsabilidad de aquellos que pensaban no en sí mismos, sino en educar a sus hijos. Tampoco había Secretarías del Medio Ambiente, del ambiente entero o del ambiente tres cuartos, carambas, que me parece que sirven para maldita la cosa.
   Pasaba, digo, el carretón de la basura, tirado por un caballejo...
   Hoy, todos los días, pasa frente a mi casa el camión de la basura: grandote, blanco, con los logotipos del cabildo y convertido en anuncio ambulante y, a pesar de la belleza de su forma, es más bien samborotudo, porque a los lados cuelgan bolsas negras de plástico, llenas de no se qué cosas, sobre la parte superior viaja una fortuna en cajas de cartón bien aplastaditas, del otro lado van las botellas de plástico desechables y en otra bolsa las latas de chelas y refrescos. En navidades, hay una bolsa especial para los desechos de temporada, que deben valer un platal y que en las casas ya se han convertido en un estorbo, pero que para los señores de la basura son una fuente de ingresos...
   Lo terrible es la peste: durante algunos minutos, mientras se recogen los desechos, hay como un olorcito fétido.
   Y junto al camión, están ellos. Usan unos pantalones caqui, playera y gorra roja. Apilan cada dos o tres metros las bolsas que nosotras, las amas de casa, hemos puesto "en tiempo y forma", cuando sabemos que pasará el servicio de limpieza. Tienen la cara triste, las manos ásperas y no sonríen.
   Se ganan la vida levantando lo que usted y yo tiramos a la basura, sin distingo. Nadie les habla y ni siquiera saben su nombre. No les interesa saber nada del hombre que se gana la vida con la basura...
   Y se me parte el alma..
   Porque son hijos, esposos o padres. Tienen larguísimas jornadas. Ganan una miseria de salario mínimo y lo poco que reúnen en el fin de semana, pasando de casa en casa. No todos les damos un aguinaldo en Navidad y pocos somos los que sabemos qué día cumplen años sus hijos o ellos mismos.
   Los ignoramos...
   Ellos, además, están a las órdenes de los "reyes de la basura", que en mi caso, es un cerdo grandote, moreno de bigote, analfabeto, que en este momento es diputado. Él.
   Ellos, siguen pasando todos los días con el camión de la basura....

 SAN VALENTÍN, EL ENAMORADO              Yo quería escribir toda suave y modosita sobre San Valentín y contar su enamoramiento de la hija de...