lunes, 11 de diciembre de 2017

LA CULTURA DE LA LECTURA

   Con viento del norte, más bien congelativo para Veracruz, ¡allí voy!, toda ilusionada, inocente de mí, a la inauguración de la Feria Nacional del Libro, en Foro Boca, en Boca del Río... Junto al mar, por supuesto...
   Como en toda inauguración que se respete, el micrófono hace ruiditos raros y me cuesta un poco de trabajo entender los discursos y todo eso, pero como pesqué un asiento en periquera, no me muevo para nada: quiero ver y absorber todo y contenta estoy, porque veo mucha gente y pienso, luego sí existo, que será un éxito y que al ratito recorreré todos los espacios en que me esperan los libros, con sus hojas nuevas y el olor de la tinta o los viejos libros que alguien, en algún momento, vendió en tres pesos o dejó olvidado en algún lugar y que ahora esperan que otras manos los recuperen y les den nueva vida... Ahí voy, me dije... 
   La ceremonia oficial transcurre, como debe ser y por fin en compañía de los amigos miro con placer a los asistentes mirando libros y, a veces, hasta comprando algunos... 
   Como la lista de créditos es larguísima, me la brinco. Imagino el esfuerzo que pusieron para este primer experimento, en un espacio monumental como este Foro Boca, (que mucho me recuerda el teatro de la Casa Botín, en Santander, pero esa es otra historia). Eso sí, no pude ver a muchos de los que están en la lista de créditos, pero me imagino que estaban haciendo talacha o reposando el esfuerzo. Quién sabe. Pero cuando menos, podrán guardar el programa de mano, que eso sí, está muy bonito, donde están sus nombres para el currículum. Al único que me fue presentado, el joven Antonio Bonilla, Coordinador General del evento, quién me preguntó ¿qué le parece, Maestra?, le respondí cosas que no repito aquí porque más bien amanecí de un amable bárbaro y me las quedo, pero si puedo decir que le dije lo del maldito micrófono y la falta de una poquita de luz en algunos de las áreas de exposición, que no se podían ver ni los títulos, pero yo solita me regañé y me dije que es un primer experimento y que esos detalles técnicos se irán solucionando con el tiempo: eso me dije pero no me lo creo... El joven coordinador me miró, como diría García Márquez, con angustia vital... Amable, el joven...
   Llegamos por fin a la cafetería, toda elegante, pero como es nuevita los camareros aún no saben hacer bien las comandas, ni modo y hasta se les olvida quién pidió el capuchino, quién el express cortado  y quien el botellín de agua: ya aprenderán... En el camino, libretita en mano, hice mi propia encuesta, carajo, de esas que están de moda: "Chulis, qué gusto verte", escucho en la oreja derecha... ¿Ya viste los libros?, pregunto yo malévolamente... "Ay tú, al ratito, es que ahorita ando en esto de la ceremonia"... 
   -¡Ahh!, digo yo... 
    A eso agregue usted esos besitos de cachete, que no son besitos, sino amago de besitos, "múa, múa" y nos hablamos y nos vemos pronto, preciosa... 
   -¡Claro que sí!, respondo toda modosita... Un día de estos... 
    Bueno: hubo muchos libros. Excelentes expositores. Precios más o menos accesibles... Lo que no hubo fueron muchos compradores... 
   A quienes les interesan, de verdad, los libros, se les atora la cartera y se conforman con espiar las novedades o buscar viejos libros que tienen años buscando, porque los han perdido o no han podido adquirirlos...
   A los que nomás fueron a las ceremonias oficiales, los libros más bien les valen... No se qué, pero les valen... 
    A los otros, lo que les importaba era que "los vieran, chulis", había que estar. Estar, del verbo "aquí estoy"... mírame que soy culta... 
   Y a los otros de más allá lo que les interesaba era pescar un lugar en la cafetería y zamparse unos enchiladas con chorizo, un manchadito o un americano y ver, del verbo "te estoy mirando para que me mires que aquí estoy", carajo, nótame... 
   Disfruté esta Feria del Libro. ¡Hasta encontré un perdido ejemplar de mi libro de la Constitución, Primera Edición, 1967, todo estropiciado pero legible, en 150 pesos de ley, en el área de libros usados!... Sólo me quedaba un ejemplar de hace 50 años... 
   Ahora, después del evento, lo que se tiene que hacer, otra vez y otra vez, es conseguir una "cultura de la lectura"... A como vi la cuestión, nos llevará otros mil años.. 
   Pero el café está sabrosito... 
  Y nada más... 




 SAN VALENTÍN, EL ENAMORADO              Yo quería escribir toda suave y modosita sobre San Valentín y contar su enamoramiento de la hija de...