lunes, 5 de febrero de 2018

¡CARNAVAL: LA QUEMA DEL BUEN HUMOR!

    El Carnaval de Veracruz 2018 me comenzó esta mañana, en que la CFE hizo una "Quema del Buen Humor", con un maldito apagón de miedo. ¡Zas!, de golpe y porrazo, se corta la energía eléctrica sin decir "agua va" o más bien, "corto va", porque es la hora en que medio mundo, (el otro medio mundo no trabaja), está instalado en la computadora, se escuchan las noticias, el micro está encendido, etcétera, etcétera, etcétera... 
   Corro a desconectar aparatos eléctricos, aunque todos y cada uno de ellos NO están conectados directos, sino a través de un bicho que cuesta tropecientos pesos, porque ya me ha ocurrido, igual que a usted, que un apagón y el subsecuente envión de energía "létrica" le deja media casa descompuesta...  
   Pues sí. Mañana, con la Quema del Mal Humor, comienza el Carnaval de Veracruz y, como diría Agustín Yañez, a los veracruzanos nos tendrán con el "Jesús" en la boca y Sea por Dios, porque es la temporada en que se aterrizan por aquí una serie de individuos de muy mala catadura, que se posesionan de mi ciudad durante una larga semana, contra quienes es muy difícil luchar, porque llegan, patrona, "decentemente al trabajo", o séase, al hurto de carteras, robo de casas mientras uno anda decentemente viendo los desfiles, atracos en las madrugadas en que, también decentemente, los chavos salen del antro más bien "hasta atrás" por no decir palabrotas y del susto les quitan la papalina que tan amorosamente habían cultivado todo el día... Son los mismos que, al terminar el Carnaval, pasan pidiendo una ayudita para el camión, jefecita, porque fijese que me robaron la cartera y así pos'cómo, no y se les nota la cruda, ¡fenomenal! y es cosa de que ya con los que aquí tenemos es suficiente y no vamos a andar "ayudandito" a los "que llegamos de 'jueras', fíjese" y no me da la gana fijarme para nada. 
   No voy a mi café favorito porque mi mesa está ocupada por una tribu completa llegada quién sabe de dónde, puesto que hablan un español incomprensible y tampoco encuentro mi mesa del portal porque está otra tribu, esa sí más bien peligrosa, porque no están tomando café, precisamente, sino otras bebidas energizantes, o séase, de las que usted ya se imagina pero en cantidades industriales... 
   ¡Hasta en mi Iglesia me encontré el banco ocupado por un señor con maleta, dormido, que llegó demasiado pronto porque se le hacía tarde para el carnavalito y no había dónde quedarse a "echar la siesta", pero que ya mañana se iba a su hotel, a quién corrí respetuosamente, que no es cosa de decir palabrotas en el templo, aunque recordé mis clases de Doctrina y que Cristo los había sacado a latigazos, pero esa mañana no llevaba yo más látigo que mi desprecio y así no se vale... 
    ¡Y por supuesto que el Carnaval es una gran derrama!... Pero no económica, por supuesto, porque aunque los hoteles de primera, segunda y de los otros, tengan un lleno más o menos decoroso, la gran mayoría de nuestros visitantes traen su tiendita de campaña y se instalan donde pueden y como pueden y hacen otro tipo de derrama: pipí, popó, bolsas desechables, popotes, latas aplastadas, botellas de cervezas, vinos y licores, (que en todos los comercios tienen un descuentazo de maravilla), pañales del niño, colillas de cigarrillos y puros, sobras de gordas y picadas, tortas a medio comer y otros objetos no identificables y que prefiero no indagar que son, por si las dudas de la contaminación y pienso en mis amiguitos de la limpia pública que tendrán que "alevantar" todo ese basural que nos botan en la alegría carnavalesca, de las "carnes tolendas", la rumba y el merecumbé, la salsa, el danzón, el hip hop o como carajo se llamen los nuevos ritmos, que tienen de todo menos ritmo, pero ni modo es la moda y a tolerar se ha dicho... 
    Durante siete días, comenzando con la quema del Mal Humor y terminandito con el Entierro de Juan Carnaval, mi ciudad estará en el caos total: desfiles, comparsas, coronaciones, conciertos, batucadas, concursos y otras madres que desconozco...
   Pero, digo, pienso: ¿no podrían comenzar el Carnaval por enterrar el miedo, la angustia de estos tiempos, la inflación y el otro Carnavalito de la barbaridad de candidatos y candidotes que andan por toda mi ciudad y todo mi Estado, hasta disfrazaditos y así ya no tienen que andar buscando a quien quemar?... 
   Y "con su compermiso", como diría un queridísimo amigo, parto rauda y veloz fuera de la ciudad. Al rato regreso, después del Entierro...
  Y nada más... 





 SAN VALENTÍN, EL ENAMORADO              Yo quería escribir toda suave y modosita sobre San Valentín y contar su enamoramiento de la hija de...