sábado, 10 de mayo de 2014
Aprendiendo..
Comencé a escribir en una viejísima máquina de teclas durísimas que me rompía las uñas, a los diez años de mi edad.
Al rato, pasé a una Olivetti que me regaló mi madre un día de las madres, cuando ya era madre.
Luego, una eléctrica que se atoraba, porque yo escribía muy rápido.
Más tarde, a una computadora que no entendía...
Ahora, a los sopetecientos años, estoy aprendiendo a escribir en esta página, en este medio, que aún desconozco...
Pero si algunos a quienes conozco aprendieron, lo haré...
Yo sola me digo buena suerte y este aprendizaje, hoy, es mi manera de festejarme...
Hoy tampoco haré de comer...
viernes, 9 de mayo de 2014
Mañana es día de las madres. Un día contra los otros trescientos y pico del año en que las madres, ¡ni madres!, somos madres.
Mi madre, la profesora María del Pilar Revuelta de Prado, (1911 - 1999), fue algo especial: todos los hijos tienen una madre especial. Quiero recordarla así...
SIEMPRE TÚ MADRE...
Para mi mamá
Profra. María de Pilar Revuelta de Prado
Por mi fortuna, Madre
nunca me enseñaste a ser esclava.
No me limitaste el horizonte
a las cuatro paredes de la casa,
no me encadenaste a la cocina,
ni al carro del bebé: me diste alas,
me heredaste el futuro.
Entre nosotras, Madre,
jamás se utilizó la abnegación
como papel moneda.
No me exhibiste, Madre,
como una mercancía,
no me vendiste: me dejaste ser yo.
Y no soy abnegada, ni sumisa,
ni fiel como los perros.
Soy leal, pero eso es diferente.
Por mi fortuna, Madre,
no eres de aquellas
las cabecitas blancas
ni la abnegada madre mexicana.
Tu eres diferente: toda una Mujer.
Nunca me existe que pagara
todo eso que me diste.
No me chantajeaste con el amor filial,
ni aquello que te debo,
ni todo el sacrificio:
no me cobraste el llanto.
Tu nunca has sido, Madre,
de las que peinan canas
y ven telenovelas
murmurando en casa del vecino
jugando a la canasta: tu eres diferente...
Me marcaste la ruta y me dejaste
los caminos abiertos:
no me cerraste el círculo del tiempo.
Y tu figura es dulce, pero fuerte,
y tu mirada es tierna, pero altiva
y me alienta la fuerza de tu sangre.
¿Y todo aquello, Madre?
Los cantos, las sonrisas, las lágrimas...
Son palabras gastadas:
que las digan los otros,
los que nunca entendieron
el secreto lenguaje sin palabras.
Entre nosotras, Madre,
el respeto es el único contacto
de mujer a mujer.
Me niego a regalarte lavadoras,
televisores, juegos de cocina,
alfombras importadas.
Porque me como el pan de tu cariño
setenta veces siete cada día
durante todo el año
es hipócrita y triste
pagarte tanta vida con dádivas.
Yo no me hinco, Madre,
nunca me enseñaste a doblar la rodilla.
Me diste dignidad.
Que los otros se compren su perdón.
Que compren con regalos la conciencia tranquila.
Que besen a sus madres como Judas.
Entre nosotras basta este silencio:
yo heredé tu palabra.
MARCELA PRADO
Veracruz, Mayo 10, 1077.
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