jueves, 15 de mayo de 2014

DOÑA CARMEN

   Doña Carmen anda por los cuarenta, es bajita, morena, tantito gordita pero guapa y la conozco desde hace un tiempo. Es dueña de las "Frutas y Verduras" en que encuentro algunas de las maravillas del día, incluyendo dulces mandarinas que mis nietos adoran...
   Ante la disyuntiva de sufrir penurias a causa de un marido que tenía el grave problema de un exceso de "productos de gallina", Doña Carmen decidió tomar el toro por los cuernos y ponerse a trabajar.
   Lo que tomó fue una carretilla y con la fresca de las cinco de la mañana, iba al mercado cercano a traer las frutas y verduras que comenzó a vender en lo que había sido la sala de su casa, (no más de tres por cuatro, no pidan más, hombre, que son "tamaño infonavit"), bien elegidas, fresquitas y un tantito, pero no mucho, más caras que en el mercado grande, que francamente está para llorar.
   Con un instinto natural de las leyes de la oferta y la demanda, sin más estudios que la primaria, Doña Carmen fue agregando artículos a su vendimia:
   -Debías tener aquí tortillitas..
   -Con este calor, pues unos refrescos, Carmen...
   -Ay!, Carmen ¿por qué no pones pollo?... ¡Está lejísimos el expendio!...
   Y otros etcéteras, por lo cual al rato Carmen cambió la carretilla por una camionetita de segunda mano, porque ya era un poco más lo que, todas las mañanas, acarreaba como hormiga, siempre fresco y sin fechas de caducidad como otras que me sé...
   Carmen iba ya por el segundo embarazo, pero no dejó de atender su negocio...
   Un día de norte huracanado en Veracruz, doña Carmen decidió mandar a volar al marido con viento fresco, porque no daba una y se la pasaba viendo una tele chiquita dentro del negocio y nomás estorbando... Correr al marido le permitió recuperar un metro cuadrado de espacio y ampliar el mostradorcito del pollo, al fondo a la derecha, además de quitar la tele que, parece, fue parte del acuerdo de huracanada separación...
   Ya más tarde, Carmen logró adquirir una camionetita cerrada, (no último modelo, es claro), pero cuando menos ya no le daba el norte de frente y podía llevar a las dos niñas a la escuela, que salieron ¡igualitas a su mamá!, trabajadoras, buenas estudiantes, a quienes miro con sus uniformes azules de escuela pública, (donde también, aunque usted no lo crea, a veces se encuentran buenos maestros), que se la pintan solas para ayudar a la madre y que hacen la tarea en el negocito, mientras cobran un pedido, saludan a la clientela, barren ¡otra vez!, la banqueta, quitan la basura para que esté impecable y no apeste a rayos fritos y otras maravillas y las miro, digo y me da el "orgullo ajeno", por ellas y por su mamá...
    En casos de extrema urgencia y para los buenos clientes, Carmen se trepa a la camioneta y tiene reparto a domicilio y si no es ella, es un sobrino chambeador que llega con la bici a dejar los pedidos y que se gana sus buenas propinas y va que zumba para, algún día, instalar su propio negocito...
   Y le cuento todo esto porque, en este momento, egoístamente, mi única angustia existencial no son las leyes políticas o energéticas, sino la ley hacendaria, por el impacto que está última pueda tener en mi entorno...
   ¿Carmen tendrá que darme factura por tres peras, dos manzanas, un cuarto de queso y medio de tortillas?...
   ¿Tendrá que comprarse una compu para las facturas electrónicas?...
   O lo peor, ¡horror!, ¿tendrá que contratar un contador experto en evasión fiscal, que son los más caros?...
   O, más peor, ¿llamará al marido para seguirlo manteniendo y ponerlo en el rubro de "deducibles"?...
   No lo sé. No tengo la menor idea y, a veces, se me ocurre escribir una carta de queja a alguno de los diputados de mi distrito, pero no estoy muy segura de que sepan leer...
   No se pierdan el próximo capítulo...
 
 
  

2 comentarios:

 SAN VALENTÍN, EL ENAMORADO              Yo quería escribir toda suave y modosita sobre San Valentín y contar su enamoramiento de la hija de...