lunes, 9 de junio de 2014

DE LA PATADA...

   Todo está listo. El campo. Los jugadores...
   Por todos lados se ve la camiseta. Todos se han puesto su camiseta. Hasta los autodefensas chaquetearon y se pusieron su camiseta, (con la ventaja de que ahora están en nómina, como es claro, listos como son).
   El País está en juego. La permanencia democrática del País, está en juego. Aunque parezca mentira, dependemos del equipo. O de los equipos, quién sabe...
   A unos pocos días de que comience este encuentro 2014, pese a las huelgas, manifestaciones, marchas, caminatas, secuestros, protestas y otras desventuras sociales, nadie quiere perderse detalle.
   Se miran, por todos lados, las ofertas para conectarse por cable, disco o satélite o como se llamen esas cosas que no comprendo, en módicos abonos y con las despampanantes figuras de hermosas modelos haciendo sus des - figuras a ritmo de algo que podría ser zamba, salsa o algo peor...
   Todo México estará pendiente: los niños no irán a clases, los oficinistas se reportarán enfermos, los obreros harán huelguitas de brazos caídos, los padres de familia harán acopio de sus triple pack y las mujeres, ni modo, se resignarán a tolerar los parlamentos inacabables e incomprensibles y hasta, en algún momento, disfrutarán del espectáculo, que una nunca sabe en que puede terminar, porque la esperanza es lo único que muere aunque, eso sí, con papitas fritas y otras botanas...
   Numerosos comandos, armados de alicates, desarmadores y alambritos, han peinado las tribunas y las zonas VIP, arreglando desperfectos y buscando objetos extraños, no sea que en un descuido los equipos vuelen en cachitos, que no es cosa de perder, también, el orgullo nacional, que algo nos queda, si usted se fija.
   Los equipos están preparados, digo. (Aunque corren rumores en las redes anti-sociales, de que algunos equipos tuvieron sus intríngulis al momento de determinar las estrategias de juego: unos se iban por lo técnico, los buenos modales, la dignidad y el honor, pero otros, por desgracia, querían optar por lo rudo: patadas, manazos, cabezazos y hasta mentadas de madre, "que también les duelen", como diría la Doña María Félix en una patética película mexicana, La Cucaracha, de hace algunos ayeres, pero que siempre está de moda por la vulgaridad...
   No hay nada que hacer, mas que esperar el pan de Dios envuelto en una tortilla o un taco de carnitas, que sabe "más mejor" como diría un mi compadre que ya se me olvidó cómo se llama. Nada que hacer. Esperar...
   En cuanto se abra el campo de juegos, sabremos a que atenernos...
   Sabremos si los equipos no se harán pedazos discutiendo la reforma energética y si, de plano, se darán hasta con la cubeta. Sabremos si la tal reforma hará que cueste tantito menos la energía eléctrica y que dejen de asaltarme con el costo del gas doméstico.
   Sabremos si ganaron los buenos mexicanos o ganaron los sindicatos, los enjuagues, los embutes, los compromisos personales y la lana, compadre...la lana, sobre todo.
   Sabremos si los integrantes de nuestros equipos, que también nos cuestan una millonada, carajo, hacen bien su trabajo y no se quedan dormidos en sus laureles...
   Sabremos si los rojos, azules, anaranjados, negros, verdes y multicolores de veras son mexicanos, de veras son hombres y mujeres de bien, de veras tienen vergüenza.
   Entonces lo sabremos....
   Pero mi única preocupación, en este momento, es que por ningún lado miro a nadie que tenga los tamaños para hacerla de árbitro... Hay jueces de línea que, a lo mejor, saben leer y escribir.
   Pero... ¿dónde carajos está el árbitro!...
 
  

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