miércoles, 21 de enero de 2015

ÍNDICE DE FUEGO

   Es claro que el pulgar oponible nos hace diferentes a lo cuadrumanos, ¡faltaba más!. Hasta yo lo entiendo. Pero es nuestro dedo índice el que está por todos lados y lo encontramos a cada ratito.
   Fíjese bien: el índice es indicativo, vindicativo, señalativo, legislativo, literario, (índice de capítulos), bibliotecario, (índice de obras disponibles), cibernético, (generalmente, es el dedo conque se maneja el ratón). También está en la cocina para probar la sal de los guisados y en el comedor, cuando uno con el índice lleno de salivita, rebaña el plato y no deja ni una miga. 
   Los maestros lo utilizaban para marcar, en el cuaderno de ejercicios, las sílabas: "m a, ma, m á, má. Mamá", aunque ahora hay unas varitas mágicas de Tofi, Tufi, Tifo, que señalan el pizarrón. El índice también es ayudante de flojos, porque, cuando el individuo A no quiere hablar, señala al individuo B, lo cual se traduce como "yo no fuí, fué Teté"... ¿Se va usted fijando?. 
   Los políticos lo utilizan, en el estrado, cuando entran a saludar, para señalar, entre el público y las altas personalidades que no nos acompañan, a una persona, a la cual por supuesto no pueden ver por la barbaridad de reflectores, pero los pobres individuos piensan y dicen: ¡Viste, me reconoció!, inocentes que son y se nota porque todavía van a los mítines y a las campañas...
   Los raperos cierran la mano y con el índice señalan su entrepierna, lugar que, en caso de estos individuos, hace las veces de cerebro y con tal señalamiento la multitud enloquece y grita y se desmaya y otras cosas que no me acuerdo. 
   Pero el índice, sobre todo, es vindicativo: el testigo de cargo, (en caso de que no lo cohechen, secuestren, rapten, maten o incineren), señala con "índice de fuego" al maloso criminal, (que en estos tiempos generalmente acaba de bajar de su jet privado, procedente de Dubai o cosas peores o acaba de chocar la camionetota que le regalaron en su cargo público), pero no vale para maldita la cosa, porque al ratito el chocador será diputado federal, con fuero y entonces ya valió. 
   Todo eso no es nada: esta mañana, que se me desgració para siempre jamás, yo fuí señalada con índice de fuego. 
    El individuo que me señaló en el alto antes de dar vuelta rumbo a casa, vestía pantalones vaqueros que le quedaban grandes, atados con un cordel. Una playera de tres colores desvaídos, verde tierno, (ya muy tierno, de tantas lavadas), mangas azules y cuello rojo y una gorra azul de la cual no logré distinguir el logotipo: no quiero pensar mal por el color, pero el individuo, inteligentemente usaba ¡toooodos! los colores de los partidos que existen en este país, lo cual me consoló un poco porque me hizo pensar que tan bruto no es: va rumbo a político. 
   Me señaló con índice de fuego, digo. 
   -¿Me regalas un peso?...me dijo
   -Yo no dije nada. Bastante acusada me sentía. Me hice la sorda...
   Porque ese individuo no tenía más de diez años. Hacía un frío del carajo, no mucho, pero si frío y corría viento. Estaba en el camellón de una de las calles más peligrosas de mi vecindario, cerca del panteón, para más señas. Mugroso él y el vestuario, incluyendo unos zapatos que, me imagino, alguna vez fueron tenis. 
   Y me miró y me señaló con su pequeño índice de niño muerto de hambre, explotado por los padres para pedir limosna, niño de la calle dejado en la calle por las instituciones que pago con mis impuestos y que tienen obligación de quitarlos de la calle. Me miró con sus ojos redondos y tristes y es la hora en que no puedo dejar de llorar. 
   Esta, es la peor de las violencias y el índice de ese niño que nos señala para pedirnos un peso, es el peor de los índices de fuego...
  Lo demás son madres... 
   

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