sábado, 8 de octubre de 2016

CRI CRI, EL GRILLITO

   El jueves pasado, en el Museo de la Ciudad de Veracruz, se realizó un homenaje a Francisco Gabilondo Soler, CRI CRI, en ocasión del 109 Aniversario de su natalicio, organizado por la Fundación 500 Años de la Vera Cruz, A.C., con el apoyo del Ayuntamiento local, con asistencia del nieto de Cri Cri, Oscar Gabilondo Vizcayno. 
   (De la Fundación luego les cuento. Ahorita nomás les cuento de CRI CRI).
   Como estaba segura de que el Dr. Jaime Baca Olamendi tenía todo bajo control, (es el Vicepresidente Ejecutivo de la Fundación de la que luego les cuento!), llegué decentemente unos quince minutos antes de las seis de la tarde. Total: esta vez no había presidium, ni personificadores de silla, ni recibir a las "altas personalidades que nos acompañan", pero me gusta ser puntual, detalle que mis paisanos veracruzanos no han aprendido para nunca jamás: llegan tarde y preguntando ¿dónde esta mi silla?... Un día les diré ¡donde la encuentres!. Pero todavía no...
   Era un tumulto. Logré brincar a 17 niños (con padres), seis abuelos que no querían moverse para dejar pasar ¡a nadie!, tres individuos muy sospechosos que no conozco, salté sobre una niñita que estaba bebiendo su biberón y, por fin, logré llegar hasta el frente, donde estaba instalado el teatrino de los Títeres Zeurrupa y las sillas para Big Band Toque Nuevo y sopetecientos micrófonos, cables y otras madréporas...
   Hilda Verde, toda linda, había logrado apartar cinco sillitas, las cuales, aunque decían "Reservado", hubo que defender a pompa limpia, porque en los diez minutos que hice en caminar diez metros, llegaron otros dos o trescientos niños más ¡con padres y abuelos!. 
   Me encantó la cara de absoluta sorpresa del joven Director de Turismo y Cultura del Ayuntamiento veracruzano, porque estoy segura de que nunca había visto el Museo de la Ciudad lleno a reventar: en la planta baja y en la planta alta, de tal forma que Ricardo Cañas, Director del Museo, mandó poner bancas y sillas que no sé de dónde sacó, porque el aforo final acaso llegó a las mil personas, que cantaban, bailaban y gritaban... al mismo tiempo. 
  Tuve la fortuna de sentarme, un ratito, con Oscar Gabilondo, quien venía llegando de Orizaba donde, en 1972, se le hizo un Homenaje ¡monumental! a Francisco Gabilondo Soler, que organizó el Lic. Humberto Gutiérrez Zamora, entonces Presidente Municipal. 
   En aquella ocasión, le conté a don Oscar, mi diario me envió a "cubrir la nota" y a entrevistar a Gabilondo Soler, quien estuvo acompañado de José Ángel Espinoza, "Ferrusquilla", (autor de Échame a mi la culpa... ¡de lo que paaaasa!, cúbrete tú la espalda, con mi doloooor. Bueno, cuando menos así la cantaba Lola Beltrán)...
  Cientos de niños, allá en Orizaba, vestidos como la Negrita Cucurumbé, La Muñeca Fea, Cri Cri, La Patita y todo lo demás, incluyendo "brillantes cucarachas aburridas, pulgones cansados de picar, más otras sabandijas relamidas, que se reúnen a trasnochar", en El Toreo, hicieron una fiesta inolvidable que terminó a las tantas del mediodía. 
   Es claro, le dije a don Oscar, que mi señor marido, un par de amigos, el alcalde y Cri Cri, acompañado de Ferrusquilla, terminamos la fiesta en el antro de moda en Córdoba, mi tierra natal, ciudad que Gabilondo Soler tenía en especial estima. 
   Allí terminé de entrevistarlo, hasta que fuí interrumpida por Ferrusquilla: "Marcela, cállate, que voy a cantar" y se arrancó con "El Tiempo que te quede libre, si te es posible, dedícalo a mí..." 
   Mi entrevista más bien se fue al carajo, porque todo el elegante antro descubrió a mis dos personajes y se armó la tremolina: fotos, autógrafos, "yo invito la otra, maestro", "la cuenta yo la pago", "échese otra maestro", etcétera, etcétera..., aunque no me quedó claro si lo de "échese otra" se refería a una canción o a otro copetín...
   (De hecho, mi hijo Arturo se aprendió de memoria eso de "El tiempo que te quede libre" y me la anduvo cantando durante su niñez y adolescencia, porque, según él, y tenía razón, mi trabajo me tenía fuera de casa la mayor parte del tiempo...)
   Don Oscar se rió un poquito, pero me fue secuestrado por los amigos de los medios, así que Hilda Verde, Néstor Mora y hasta el licenciado Ortiz, intentamos defender aquellas cinco sillitas que les dije, pero claro que fue casi inútil: uno se descuidaba y encontraba a una mamá con tres niños instalada a pompa completa...
   El Dr. Baca Olamendi había dispuesto un "jugo de honor" para los niños, ¡pero nunca se pensó que llegaran tantos! y la tarada de mí había impreso unas pegatinas con el Cri Cri clásico, que me alcanzaron para nada: en la primera vuelta que di desaparecieron de mis manos... 
   Los títeres Zeurrupa fueron un éxito y los niños de Big Band Toque Nuevo arrancaron, (así se dice), aplausos bárbaros, porque Oscar Gabilondo fué contando cómo había nacido cada una de las canciones interpretadas por la banda y por fin descubrí quién era "La Patita": su abuela. 
   Gratísimos recuerdos, porque mis dos hijos fueron "El Ratón Vaquero". De hecho, conservo el traje de CRI CRI que usó mi hijo Arturo, en el jardín de niños, el día que me dijo: "Mamá, le dije a la profesora que tu vas a poner un camión para mis amiguitos en el desfile". Soponcio me dio, pero conseguí el maldito transporte: un tractor con plataforma de un mi amigo millonetas, aterrado de ver su vehículo lleno de niños de jardín... Creo que todavía no me lo perdona...
   Las pistolas, las estrellas de los ratones y los sombreros, han desaparecido de mis cajas de archivo, pero no las fotos que conservo con amor...
   Gracias, Dr. Baca, porque como bien dijo Néstor Mora: "Hemos perdido un Notario pero ganamos un promotor de espectáculos"...
   Y nada más...



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