domingo, 9 de octubre de 2016

LAS FLORES DEL DOMINGO

   Llega con su cargamento, no necesariamente loco de contento y, tímidamente toca el timbre y espera...
   Su cargamento es una cubeta de plástico, grande, toda madreada, llena de agua hasta la mitad y llena de flores de todos colores...Siempre en domingo, con sol, lluvia o vientos huracanados del este o de donde carajos vengan...
  Conozco sus pasos y le grito "Allí voy", porque me tardo un poquito poniendo pausa en el texto que escribo o en el juego de mahjong que estoy jugando, mientras boto el café que tengo a la derecha, el cigarrillo de la izquierda, dos teléfonos que me estorban y una tonelada de periódicos que estoy repasando...
   A veces, también un trozo de panecillo que me quedó del desayuno y no quise botar...
   Ya armada con el monedero, confirmo que es él y abro el portón:
   -Buenos días patrona...
   -Buenos días, José...
   Sabe que mis flores favoritas son los crisantemos amarillos y los tiene listos en la mano, dos ramitos, nada más. (A veces, -ahora que subió el dolar- no trae crisantemos sino humildes pompones, que se parecen, pero no son y aún así me quedo con ellos...)
   -Los corto por acá, patrona...
   -Córtalos por acá, José...
   Saca unas pinzas, igual de madreadas que la cubeta y con sus pequeñas manos corta los tallos de las flores, cuyos trozos caen en el agua con un ruidito: "splahs, splahs"... A estas horas, la cubeta ya comienza a oler a rayos fritos...
   Se llama José. 
   La primera vez que vino se me partió el corazón cuando, atrás de la cubeta, lo vi aparecer, pequeño, flaco, moreno. Tiene la estatura de mi nieto mayor...
    -¿Cómo te llamas?
   -José, patrona...
   -¡Eres muy pequeño para andar cargando esa cubetota, José!. ¿Cuántos años tienes?...
   -Ya soy grande. Ya acabé los trece...
   (En este momento ya es más grande, porque hace un año que me surte mis flores del domingo. Anda por catorce pero no está muy seguro y ha crecido un poquito, no mucho, pero un poquito si...)
   Totalmente enfurruñada le pregunto dónde están sus papás y por qué lo dejan andar con tal cargamento a sus años...
   -Mi apá anda en l'otra cuadra y mi amá en la esquina de la Iglesia, cuidando..
   Nunca me he enterado de lo que está cuidando, pero sospecho que es el cargamento mayor, mientras el marido y el hijo reparten las flores del domingo. Soy cobarde: nunca he querido ir a indagar.
   Repetimos un ritual que nos sabemos de memoria, José y yo: 
    -¿Cuánto te debo, José?
   -Veinte pesos, patrona.... 
   ¡Veinte miserables pesos!, Un dólar gracias a nuestros políticos hijos de súchil. Un dólar. Veinte pesos. 
   Siempre le doy de más y siempre tengo a la mano una golosina: jugo, refresco, pan recién hecho, que José toma con una dignidad milenaria: 
   -Gracias, patrona. Nos vemos al otro domingo...
   -Que te vaya bien, José. Nos vemos el domingo...
  Arreglo mis flores del domingo en uno de mis tres floreros y me siento a llorar y, tantito también, a mentar madréporas...
   ¿Dónde están los créditos del campo mexicano?
   ¿Dónde está la educación obligatoria, gratuita y laica?
   ¿Dónde están los programas contra la pobreza?
   ¿Dónde está la protección a la familia?...
   Y le sigo con mi preguntas que ¡nunca!, nadie me ha respondido, porque están muy ocupados con las casitas blancas o del color que sean. Están muy ocupados, los que debían proteger a José, haciendo maletas para salir por piernas, o por panzas, no sé, por si acaso se aplican las leyes y los pescan o, a lo mejor, porque así estamos en México, maletas para esperar, como el caballo de Calígula, otra chambita más que pagará José y sus padres y la tarada de mí, que se compra sus flores del domingo..
   Quería seguir pero ya no puedo. Al rato le sigo. Ahorita, me voy a regar mis flores, pero con llanto de rabia...
   Y nada más. 
   

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